Un centro de arte pequeño y cálido instala altavoces de columna 24C.
La congregación de la Primera Iglesia Presbiteriana construyó en 1862 lo que en aquel momento fue la primera iglesia de ladrillo de la ciudad y, muchos años después, el Cultural Arts Center (CAC) de Lancaster (Carolina del Sur, EE. UU.). En la primavera de 1865, tropas unionistas ocuparon la iglesia: la caballería, bajo las órdenes del general Judson Kilpatrick, utilizó el presbiterio como establo para sus caballos y los bancos como comederos.
Con la marcha de la congregación de la Primera Iglesia Presbiteriana en 1926, el edificio se utilizó de manera intermitente durante los treinta años siguientes para varios fines relacionados con la historia y la cultura. Después, pese a que se hizo todo lo posible para restaurar y mantener el edificio, poco a poco se fue deteriorando. En 2008, con la ayuda del ayuntamiento de Lancaster y de donativos privados, la sociedad Lancaster County Society for Historical Preservation para la conservación del patrimonio puso en marcha un esfuerzo concertado para restaurar la estructura de la iglesia y que volviera a cobrar vida como centro de artes culturales de Lancaster. Dos años después, se celebró el primer concierto en el edificio restaurado.
Una década después, el año 2020 trajo cambios importantes al CAC: un vestíbulo/atrio espacioso, una gran antesala y nuevos cuartos de baño tanto para el público como para los intérpretes. Como parte de esta última reforma, el centro modernizó su sistema de sonido. Se instalaron dos altavoces cardioides de columna 24C con extensores de columna 24C-E que se usan principalmente para palabra hablada, música de fondo y situaciones de aplicación acústica o «unplugged». La sala es muy pequeña pero también es muy cálida y reverberante, y acoge conciertos de música clásica, pequeñas piezas orquestales y jazz.
«La sala tiene un aforo de 120 butacas y un tiempo medio de delay de aproximadamente cuatro segundos, es una sala con una acústica de volumen alto», explica Jerry Temple, propietario de XL Mediaworks, la empresa que instaló el sistema d&b. «Cualquier mínimo ruido, como cerrar una puerta, resuena dentro de ese espacio y hace que la palabra hablada sin amplificar sea ininteligible. El espacio también se utiliza para las reuniones de la comunidad, así como eventos de otro tipo, como debates de política local, en los que la inteligibilidad es un requisito».
La arquitectura de estilo gótico temprano del edificio incluye paredes de 40 cm de grosor con marcas de yeso para que parezcan de piedra. Para atender las necesidades de un espacio que plantea tantos retos, XL Mediaworks utilizó la herramienta más eficaz para conseguir los resultados que deseaba la dirección de las instalaciones.
Los motores de bajas frecuencias (LF) de cuatro pulgadas del altavoz 24C están situados en una configuración cardioide exclusiva que ofrece una directividad significativa hasta 370 Hz y, cuando se combina con el extensor 24C-E, la directividad se amplía hasta 190 Hz. El patrón cardioide produce una energía mínima detrás del altavoz y reduce las reflexiones: el resultado es una distribución balanceada del nivel de presión en toda la zona de escucha, lo que ofrece un alto nivel de inteligibilidad.
«Antes de la instalación, las producciones de voz apenas se podían oír salvo que el espectador estuviera cerca del altavoz», explica Johannes Tromp, del Lancaster Cultural Center.