Siéntate entre las majestuosas piedras del precioso campo danés, con la Serie xS resistente a las inclemencias meteorológicas.
Todo vibra, hermano. No hace falta tener espíritu científico ni ser un hippy de los sesenta para creer que el universo está constantemente en movimiento, que incluso los objetos que parecen quietos están, de hecho, vibrando en diferentes frecuencias. Tomemos, por ejemplo, doce monolitos de granito de cuarenta y cinco toneladas, colocados al estilo de Stonehenge en un área costera remota de Dinamarca. El escultor Thomas Kadsiola es el autor del diseño de las figuras de piedra, que considera un trabajo creativo en continuo proceso, esculpidas lentamente por el tiempo pero creadas para toda la eternidad. También hay música, que suena desde la salida a la puesta del sol, los 365 días del año, gracias a altavoces d&b revestidos en piedra.
Visitar Dodekalitten, como hacen más de 100.000 personas cada año, es encontrarse uno mismo en sintonía. «La idea surgió en 2006», empieza Kadsiola, «con un triolito que hice para un proyecto de arte-naturaleza. Entonces, la piedra más alta medía 2,25 m y podía sentirse una energía en el centro de las tres piedras. Un día un amigo me preguntó cómo había creado aquello. La siguiente pregunta fue: ¿aumentaría esa energía si el círculo fuera mayor y las piedras fuesen mucho más grandes?
«Supe desde el principio que no podría realizar el proyecto yo solo y le pedí a mi amigo, que es compositor, si podía componer música para el círculo, porque sabía que la música añadiría otra dimensión a la pieza».
Wayne Seigel, amigo, compositor y exdirector del Instituto danés de música electrónica (DIEM). «Comenté en detalle mis ideas sobre la música con Thomas y escuchamos varios prototipos de instalación de sonido antes de que yo creara la primera versión de Solkreds (círculo del sol), la música para Dodekalitten. Para mí, era importante crear una composición que cambiara y evolucionara constantemente, una música que nunca podría repetirse».
Con ese fin, el sonido de Dodekalitten se ejecuta mediante un programa informático controlado por un algoritmo que tiene en cuenta varios fenómenos naturales, que incluyen las fases lunares y solares, además de la marea.
«El sistema surround 12.2 crea un ambiente de sonido inmersivo que contribuye a la magia del lugar», afirma Seigel. «Cuando estás de pie en el centro del círculo, tienes la experiencia de estar en un espacio muy especial rodeado de esculturas y sonido. Cuando uno camina alrededor del círculo, la mezcla cambia, porque cada altavoz reproduce voces diferentes. Los visitantes pueden crear su propia experiencia musical simplemente moviéndose alrededor del monumento».
Teniendo en cuenta la ubicación de Dodekalitten, en aire salino y tierra húmeda, las claves para seleccionar la solución de sonido eran la calidad del sonido y la resistencia a los elementos. Fue en 2016 cuando Siegel se puso en contacto por primera vez con Lars Frederiksen en la sede del partner local de d&b, Alfa Audio, para preguntar si sería posible crear e instalar un sistema de sonido de doce canales debajo de unas rocas en campo abierto cerca de la costa. «Le dije que quería oír más sobre el tema», recuerda Frederiksen. «Que era un reto que estaría encantado de asumir».
Frederiksen sabía que el sistema de sonido original se echó a perder por la actuación de unos hongos muy voraces, y que su principal preocupación sería la exposición al aire salino y la humedad del suelo sobre el que se iban a colocar las cajas.
Para que la tecnología sea visualmente discreta, los altavoces se han instalado en las piedras para sentarse, «unas piedras que tienen la misma altura que mis sillas de comedor», explica Kadsiola. Frederiksen propuso altavoces 10S, especialmente protegidos contra las inclemencias del tiempo y que, casualmente, tienen el tamaño de un cómodo asiento. Además de demostrar tener la resistencia adecuada en exteriores, el sonido y la potencia de salida del altavoz 10S son perfectos, mientras que 18 S-SUBs esparcen las frecuencias más bajas por todo el conjunto. Todo se alimenta con cuatro amplificadores 10D instalados juntos, con otros dispositivos electrónicos, en un depósito bajo el suelo.
«La respuesta del público ha sido abrumadoramente positiva», explica Seigel. «Siempre que visito Dodekalitten, se me acercan visitantes para comentarme lo mucho que les gusta la música y lo importante que es en la experiencia total que viven allí».
Además de para los visitantes, Kadsiola tampoco tiene ninguna duda sobre lo que la música aporta a su visión creativa. «Cuando levantábamos la décima piedra, tenía la sensación de haber construido un templo sin tejado», comenta. «Cuando la música de Wayne empezó a sonar por primera vez, tuve la sensación de que ya tenía el tejado del templo. La música sellaba el espacio como si fuera una sala. La música también contribuye al relato, pero de un modo que la mente puede permanecer abierta a todas las impresiones que puedan llegarle».